17 octubre 2021

Como Caída del Cielo

 

Mi madre siempre me decía que Diosito lo podía todo y que tan sólo tenía que pedirle lo que quisiera y Él me lo daría. El cura de mi iglesia también me decía lo mismo “Tú tan solo tienes que pedir lo que quieras y Dios te lo dará”

Pero yo lo que quería es ser mujer y si fuera posible ser tan guapa como Rosita.

Y pensaba que era imposible. Podía pedir dinero y tal vez me tocara la quiniela.  Podía pedir tener novia y tal vez encontrara una chica que se enamorara de mí. Pero me parecía imposible que pidiera ser Rosita y de repente me cayera del cielo ese regalo.

Pero de todas formas no desesperaba y todas las mañanas iba a su casa y miraba al cielo pidiendo que diosito me diera un milagro y me convirtiera en Rosita.

Aunque no pasaba nada yo soy un hombre de Fe. Así que todos los días iba a pedir que se cumpliera mi deseo a la casa de Rosita.

Algunas veces la veía salir de casa con sus zapatitos de tacón y su vestido rojo y se me abría la boca de envidia y babeaba de deseo. La gente paseaba que estaba enamorado. Y era verdad, estaba enamorado del cuerpo de Rosita y deseaba tanto ser ella que se me caían las babas de la boca.

Aunque nunca pasaba nada yo seguía fiel a mi cita. Me plantaba delante de su puerta, miraba hacia el cielo y le pedía a Diosito que me convirtiera en Rosita. Y ese día, justo aquel bendito día, al levantar la cabeza para suplicar a Dios que me diera a Rosita, fue cuando me la dio.

De repente vi caer a Rosita del cielo, había saltado desde la terraza de la casa. Quise apartarme, pero no pude. Su cuerpo se estrelló contra el mío y quedamos los dos espachurrados en el suelo. Escuché la voz de mucha gente gritando y el ruido de sirenas. Poco después me desmayé.

Cuando desperté estaba en una cama de hospital y doña Rosa, la madre de Rosita me cogía la mano con cariño, aunque lloraba a moco tendido. No me dijo nada cuando vio que abría los ojos. Justo a su lado había un hombre vestido con una bata blanca que debería ser el médico. Se puso en pie y me dijo: “Doña Rosa y yo mismo te agradecemos que intentaras parar la caída de Rosita con tu cuerpo. Ella intentó suicidarse y por eso se lanzó al vacío. Conseguiste frenar la caída, pero su cabeza golpeó el suelo y su cráneo quedó destrozado. Tu cuerpo tuvo peor suerte. El golpazo prácticamente destruyó todos los huesos de tu cuerpo y reventó los pulmones, el bazo y el hígado. Tu cuerpo había quedado para tirarlo a la basura, pero habías conseguido salvar el cuerpo de Rosita que estaba prácticamente intacto si no fuera por el detalle de que su cerebro se había convertido en papillas. Teníamos poco tiempo para reaccionar, consulté con la madre de Rosita y consideramos que lo mejor que podíamos hacer para agradecer tu heroica acción era trasplantar tu cerebro en un cuerpo sano. Y como el de Rosita estaba en perfectas condiciones y la señora Rosa estaba tan agradecida hemos trasplantado tu cerebro al cuerpo de su hija”

Cuando el doctorcito terminó de hablar la señora Rosa añadió: no te preocupes, te voy a cuidar muy bien, Rosa era mi niña querida y ahora tú eres Rosa y te voy a cuidar como a mi niña querida”

El médico movió la cabeza de forma afirmativa y concluyó: “El tuyo es el primer trasplante de cerebro que hacemos en este hospital, por eso vas a estar en vigilancia continua para cuidar que nunca tengas problemas de adaptación a tu nuevo cuerpo. A cambio de esta atención tendrás un sueldo fijo pagado por el Hospital. Es lo menos que podemos hacer por un héroe como tú”

A las dos semanas abandoné el hospital, me fui a vivir a la casa de Rosita y comencé mi nueva vida como la chica más guapa de la ciudad.

 

 

 

 

 


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